Algunas veces, nosotros nos distraemos de las tantas cosas que el mundo nos ofrece, tanto en nuestro día a día y los ruidos externos como (Las construcciones, el tráfico, los celulares, la televisión, la radio etc.) Y nos olvidamos de lo más importante de todo que es, como esta nuestro ruido con Dios. A veces por tomarnos nuestras preocupaciones al pelo nos olvidamos dentro de nosotros mismo en tomarnos un tiempo y meditar, como está realmente mi relación con Dios. Siempre el Señor nos espera para así ir descubriendo que lo realmente Él quiero tomar y darme para mi vida, pero nos complicamos tanto en las cosas del mundo, que nos olvidamos de Dios. Es bueno retomar y recordar que a veces en el silencio interior y tanto exterior, podremos conseguir grandes cosas para nuestra vida que pueden ser respuestas, que mucha veces lo habíamos estando buscando en lugares equivocados pero que al final acabo las terminamos consiguiendo en el silencio con Dios.
Y es que muchas veces, nos hemos tomado nuestra relación con Dios pero en el puro pedir, y no nos hemos dado los breve minutos de ahora que es realmente que quiere ahora decirme el Señor para mí. Recordemos que Dios es un Padre que nos ama y siempre trata de dar todo lo mejor a sus hijos y de cumplir con las cosas que le pedimos. Pero también un padre corrige y en algunos momentos tiene que decir no, para el mejor crecimiento y educación para sus hijos; así mismo es Dios con nosotros en los momentos del tanto que pedimos, pero no sabemos, que en lo pedimos puede ser para Dios algo que le diga que no está bien para nosotros y eso hace que algunas veces nosotros pensemos que el Señor no nos escucha, solamente que dentro de Él, no está de todo bien correcto de lo que pedimos para nuestras vidas.
Es por eso que dentro de nuestra relación con Dios, tiene que existir el dialogo del tu a yo, como solemos hablar con nuestros amigos o familiares, así mismo tiene que ser nuestras conversaciones con Dios en hablar con Él, con lo que nos preocupa y después escuchar lo que Él nos quiere decir, ósea esa respuesta que a lo mejor le habíamos hablado hace tiempo, pero solo que dentro de nuestro interior no lo habíamos escuchado.
El significado del desierto en el ámbito cristiano, es el lugar del desprendimiento de todo lo superfluo; una invitación a la austeridad y al retorno a lo esencial. Es allí en donde el hombre experimenta su fragilidad y sus propias limitaciones; el lugar de la prueba y de la purificación.
Pero también el escenario más apropiado para una búsqueda renovada y madura de nuestro encuentro personal con Dios en la oración, en el silencio del alma y en la sencillez de lo esencial. A veces para nuestra vida es bueno apartarnos de todo y examinarnos nosotros mismo para chequear como está realmente mi proceso de crecimiento espiritual, mi proceso de crecimiento a la Santidad, porque a veces nos tomamos las tantas preocupaciones que no nos damos cuenta que pueden hacer limitar nuestro crecimiento espiritual y de santidad, por la falta de nuestro propio chequeo espiritual y sobre todo nuestra verdadera y esencial relación con Dios. El mismo desierto es un modo de purificación espiritual y sobre todo en una preparación. Como nos demuestra los pasajes de los Evangelios de Lucas 4, 1-13 donde Jesús se fue al desierto para prepararse a su misión pero ya luego cuando sintió hambre fue tentado por el demonio.
Cuando nosotros nos preparamos para algo y mucho más cuando es la voluntad de Dios y queremos escuchar su gracia y su voz el diablo se aparece y nos tienta, para ir a lo contrario que Dios quiere para nuestra vida. El silencio es el mejor remedio de todo para conseguir muchas de las repuestas y sobretodo en medir ampliamente nuestras decisiones y sobre todo en tener un buen discernimiento.
“En el rumor, en la confusión, esto no se puede hacer; se escuchan solo las voces superficiales. En cambio, en el desierto, podemos bajar en profundidad, donde se juega verdaderamente nuestro destino, la vida o la muerte”. - Papa Francisco
A esta breve reseña de unas de las frases del Papa Francisco, nos recuerda que principalmente, dentro de la confusión, que lo podríamos definir como en el desastre se omite en el centrarnos del escuchar esa voz superficial; que es nada más y nada menos que el de Dios. En algunos momentos pensamos que al escuchar varias voces, se podría ser la de Dios, pero entramos en la confusión y no sabemos cuál es la verdadera que me podrá a mi saber sabiamente para mi vida. Nos confunden y no sabemos cuál es la real, la voz verdadera de Dios y que pueda hacer dentro de mi vida, algo bueno que me pueda estar conmigo mismo tranquilo. Siempre hay que estar pendiente y muy precavidos cuales son las voces que soles escuchar: La voz del mundo, la voz del demonio, la voz de nosotros míos y la voz de Dios.
Es por eso que al entrarnos en el silencio en la soledad encontraremos la verdadera voz de Dios, podemos bajar como nos cita su santidad el Papa Francisco a la profundidad total de nuestro propio destino, porque estoy es muy importante que lo recordemos, siempre Dios quiere para nosotros lo mejor. Lo mejor que nos hará estar tranquilo, lo mejor que nos hará poder construir su reino, y trabajar en paz con los demás. Siempre dentro del discernimiento del cristiano y sobre todo en su amplias reflexiones para su mejor construcción de santificación estar en nuestro desierto nos permite estar 100% conectado con el Señor y así nos facilitad el poder escuchar su voz.
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