Muchas veces pensamos que Dios, es presidente, que todas las quejas o cosas que queremos, lo tiene que cumplir; sino no le hablamos más, y nos ponemos en prejuicio con Él.
Pero algunas veces, se nos ha olvido que Dios, es el Dios bondadoso, que se refleja como padre y la vez como madre antes sus hijos. A esto me refiero que muchas veces cuando el Señor, le cuesta responder nuestras oraciones es por dos simples razones:
1- “Está preparando nuestra oración para el tiempo perfecto de su amor”
2- “No es su voluntad, o no les corresponde lo que le pedimos nosotros a Él”
Primordialmente, el Señor, quiere que nosotros seamos felices, y algunas veces de lo que nosotros le podamos pedir, es también lo que anhelamos a eso, nos demuestre también una felicidad. Pero hay que tomar en cuenta, que algunas veces podemos confundirnos de felicidad, a lo que nosotros le podamos pedir. Y ante su divinidad, no es totalmente la felicidad que Él mismo quiere para nosotros como sus hijos.
La felicidad es igual a Santidad. Y la santidad la conseguimos es por medio de los procesos de conversión y sobre todo en la oración que llevamos, días tras días, en nuestra relación personal con Él. Pero sucede algo muy grave; muchas de las personas que se enfada con Dios, porque no les respondió a su oraciones, tiran la toalla y se olvidan de Él. Olvidándose ellos mismos que a veces el tiempo del Señor es perfecto.
Que cada momento, cada instante de su amor, fue un propósito, para el aquel presente del futuro que vaya acontecernos a nosotros, de esa justa oración que a veces, hasta nos olvidamos que se lo pedimos.
La oración es la herramienta clave de primero de la santidad y segunda de hacer que para mucho vean las cosas imposibles, con la fe y la convicción en Dios, lo podemos verlo posible si tenemos fe.
Muchas personas se toman muy literal esta cita bíblica:
“Pidan y se les dará, busquen y encontraran” Mateo 7, 7
Sabemos exactamente que el mismo Jesús, nos enseñó y nos dio la confianza con el Padre del cielo, en pedir nuestras necesidades, en pedirle de su ayuda amorosa a nosotros. En toda circunstancia siempre Él nos va a responder nuestras oraciones pero no debidamente en el tiempo y hora que nosotros queremos. Dios es un padre, que ante todo, quiere que su mismo, hijos, maduren en la confianza con él, que se santifiquen y sobre todo que puedan también aportar de su ejemplo al prójimo.
Es como un ejemplo de mi párroco de mi parroquia que dijo en una homilía lo siguiente:
Muchas de aquí presente, tienen hijos ¿verdad? Y los de aquí presente que tienen sus hijos, nietos o también sobrinos, cuando unos de ellos le pidan un chocolate a las siete y media de la mañana, ¿se lo van a dar?
¿Verdad que no? Primero le dicen: “Comete primero tu arepita con mantequilla y queso, y luego para la tardecita te comes tu cuadrito de chocolate” ¡Así mismo es Dios con nosotros!
A esta homilía que fue de la misma cita que mencione, me puso a reflexionar que sí, es verdad Dios algunas veces actúa de esa misma manera con nosotros. Pero lo que yo analizaba es que: Okey, es verdad que no le podemos darle a un niño a tempranas horas un chocolate por alto contenido de azúcar que tienen para su organismo, y más si se está levantándose de dormir. Pues así mismo es Dios con sus hijos, a veces lo que le podamos pedirle, en el preciso momento, no es bueno o conveniente para nuestra vida, en el preciso momento que podamos necesitarlo con carácter de urgencia de esa oración que necesitamos. Solo está en algo:
¡¡Esperar en su providencia!!
Comentários